La cotidianidad puede llegar a ser muy estresante. Las obligaciones laborales, sociales y familiares suelen generar tensión y ansiedad, por lo que no es extraño que el 62% de las personas encuestadas por Ipsos admitiera que, durante el último año, su vida se ha visto alterada por el estrés. La Asociación Estadounidense de Psicología incluso ha lanzado la voz de alarma, reconociéndolo como un problema de salud serio. Sin embargo, hay una buena noticia: el ejercicio físico puede disminuir esa tensión y ansiedad, ayudándote a mejorar tu estado de ánimo y afrontar los desafíos del día a día.
¿Cómo la actividad física disminuye el estrés?
El ejercicio aumenta la producción de endorfinas, unos neurotransmisores que generan la sensación de bienestar. Esas “hormonas de la felicidad” son las responsables de lo que se conoce como “euforia del corredor”, el estado de relajación y optimismo que se suele experimentar después de los entrenamientos de intensidad moderada a alta.
Al mismo tiempo, el ejercicio físico modera los efectos de las hormonas del estrés, como la adrenalina y el cortisol. Se hipotetiza que, además de facilitar la relajación, aumenta la resiliencia emocional al estrés. O sea, si entrenas con regularidad las situaciones estresantes te afectarán menos y podrás experimentar emociones más positivas, en comparación con las personas que llevan un estilo de vida sedentario.
De cierta forma, el ejercicio también es una meditación en movimiento. Por ejemplo, después de una carrera o varias vueltas a la piscina, es probable que te hayas olvidado de las preocupaciones y los problemas que te angustiaban. Concentrarte en los movimientos despeja la mente, contribuyendo a aliviar la tensión emocional.
Por otra parte, la práctica habitual de actividad física suele mejorar la calidad del sueño. El ejercicio te permitirá liberar las tensiones acumuladas, tanto a nivel muscular como emocional, de manera que cuando pongas la cabeza en la almohada, dormirás a pierna suelta. Como resultado, al día siguiente te sentirás más relajado, concentrado y preparado para afrontar los retos de la jornada.
¿Cuáles son los mejores ejercicios para el estrés y la ansiedad?
En sentido general, cualquier tipo de actividad física puede contribuir a reducir el estrés. La mayoría de las personas se relajan cuando ponen en movimiento grandes grupos musculares de forma rítmica y repetitiva, como en la natación, el ciclismo o las sesiones de aeróbic. En cambio, otras prefieren entrenamientos con pesas y hay quienes se relajan simplemente caminando a paso rápido.
Opciones como el yoga y el taichí también son muy recomendables, sobre todo porque combinan los movimientos con la meditación y la respiración. Además de incrementar la fuerza y la flexibilidad, despejan la mente y potencian la concentración. El taichí, en particular, es una actividad de bajo impacto con movimientos suaves, por lo que es ideal para todas las edades.
Los ejercicios para el estrés que fomenten una respiración más lenta, profunda y regular son particularmente beneficiosos para relajarse. Recuerda que el estrés favorece una respiración rápida, superficial y caótica que terminará poniendo todo tu cuerpo en alerta. En cambio, disminuir el ritmo de la respiración ralentiza el ritmo cardíaco y estimula el nervio vago. Al activar el sistema nervioso parasimpático, es como si estuvieras echando el freno de mano, por lo que comenzarás a calmarte y podrás pensar con mayor claridad.
En cualquier caso, lo más importante es elegir una actividad que disfrutes ya que así te animarás a practicarla con regularidad y no tirarás la toalla. Plantéate objetivos viables y no pienses en los ejercicios para el estrés como una obligación más en tu lista de tareas pendientes. Si logras incorporarlos en tu rutina, ya sea al inicio de la jornada o cuando salgas del trabajo, se convertirán en una herramienta valiosa para lidiar con las tensiones y la ansiedad.
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